Santos en Concordia.
Francisco y Domingo más allá del abrazo
Dos santos mendicantes - Durante el siglo XIII en Europa las ciudades crecieron en población, provocando la convivencia de grupos culturales heterogéneos. Los cambios sociales gestados entonces requerían la sustitución de los monasterios aislados y autosuficientes que hasta entonces habían prevalecido, por comunidades de religiosos dedicados a evangelizar en constante interacción con la gente. De allí el surgimiento de órdenes religiosas mendicantes, entre las que destacaron los dominicos y los franciscanos.
Creadas por dos grandes líderes espirituales, Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, estas órdenes, aprobadas en 1216 y 1223, tuvieron semejanzas y diferencias: los primeros pusieron al servicio de la fe la sabiduría teológica, y los segundos evangelizaron de forma más sencilla y afectiva. La vida urbana los hermanaba, pero al mismo tiempo implicaba una cierta competencia entre ellos, pues ambas comunidades precisaban de la caridad de los feligreses para subsistir. Quizá por ello surgieron diversas leyendas sobre su amistad o concordia, que intentaban destacar sus virtudes comunes, ante cualquier otro aspecto.
Domingo de Guzmán nació en 1170 en Calahorra, España, pero vivió mucho tiempo en Italia y Francia, en donde predicó en contra de los herejes albigenses, por lo que a su orden se le llamó de los Predicadores. Durante el embarazo su madre había soñado que su hijo nacería con una estrella en la frente, y bajo el emblema de un perro blanco y negro con una antorcha encendida entre sus fauces, símbolo de la defensa de la fe contra la herejía.
Por su parte Francisco de Asís nació el año de 1182 en la ciudad italiana de este nombre, en una familia pudiente. Renunció a sus bienes para abrazar una vida religiosa. Vistió por ello un hábito tosco, amarrado por una cuerda de tres nudos por sus tres votos: pobreza, castidad y obediencia. Su identificación con Jesús fue tan grande que el cielo le premió con los estigmas, que igualaban su dolor al de Cristo, aparecido en forma de serafín, por lo que se les llamó seráficos.
Desde su canonización, algunas de las historias de los dos patriarcas fueron mezcladas o atribuidas indistintamente a ambos. Una de ellas contaba que el papa Nicolás V visitó la tumba de san Francisco, en donde lo vio “como vivo” sobre ella, en tanto que algunas fuentes señalan que a su lado también apareció santo Domingo. En esta obra novohispana del siglo XVII, quizá recortada, el papa aparece despojado de sus distintivos jerárquicos, en total humildad ante los dos santos. Como eco a la figura del franciscano, que mantiene sus manos juntas debajo de las amplias mangas mientras el capuchón cubre su cabeza, está santo Domingo, también de pie, en una posición muy similar, y un poco más baja que el primero. Mientras el seráfico mira al cielo, el predicador al suelo, como aludiendo a los dos espacios que no deben disociarse en la vida.
Curadora
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Paula Mues Orts
Composición de la exhibición
Galería de la exhibición
RESUMEN
No. de piezas expuestas
Pinturas
Libros impresos
Objetos
8
4
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