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Santísima Trinidad

El dogma de la Santísima Trinidad, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, es el misterio más importante del cristianismo. El pensamiento católico sobre Dios descansa en la idea trinitaria, desde la cual se desprenden otras cuestiones como la naturaleza de Cristo y la acción salvadora del Espíritu Santo. El Catecismo de la Iglesia Católica es contundente al señalar que el “misterio de la Santísima Trinidad” es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. En los actos de culto divino y en la vida cotidiana se hace referencia a la trinidad más ocasiones de las que se imagina, por ejemplo al santiguarse. Cuando inicia cada año, se llevan semillas y monedas a bendecir ante la Divina Providencia, una representación de la misma Trinidad. A pesar de esta cercanía, pocos cristianos se detienen a pensar en los orígenes y el significado de la idea de Dios como la Santísima Trinidad.

Durante dos mil años se ha escrito mucho sobre el tema, ha suscitado controversias, se han declarado dogmas y en la actualidad existen confesiones que rechazan la idea trinitaria. A través de la pintura, la escultura, la música, entre otras formas, se ha intentado expresar su complejidad, mostrar la naturaleza de las tres personas y recordar los momentos más importantes en la construcción de este concepto: tres personas, pero una esencia, substancia o naturaleza. El Padre de ninguno, el Hijo del Padre solo, el Espíritu Santo de uno y otro a la par, sin principio, siempre y sin fin. El Padre engendrando, el Hijo naciendo, y el Espíritu Santo procediendo; consubstanciales e iguales, coomnipotentes y coeternos, principio único de todas las cosas.

Se celebra el primer domingo después de Pentecostés, hablamos de una “fiesta movible”, que depende de la fecha que ocurra la Pascua de Resurrección. Tiene título de fiesta universal, es de primera clase, por lo que tiene precedencia sobre cualquier otra. La fijación sucedió después de un milenio de historia.

Primero se celebró en varias regiones europeas, se extendió a varios obispados franceses, adquiriendo buena acogida mientras el papado la rechazaba bajo el alegato que no era costumbre en la Iglesia romana, la cual honraba diariamente a la Santísima Trinidad con el Gloria Patri. A lo largo de los siglos XI al XIII se fue extendiendo desde Francia, luego pasó a Inglaterra, la zona germana y Suiza. Los dominicos la integraron a su rito en el siglo XIII y los franciscanos hicieron lo propio en 1260 aunque la suprimieron 19 años más tarde. El franciscano John Peckham, a finales del siglo XIII, había redactado un nuevo Oficio. La disposición papal para establecerla dentro del ritual romano está enmarcada en el periodo del Cisma de Occidente. El papa Juan XXII, residente en Aviñón, ordenó la fiesta para toda la Iglesia fijándola para el primer domingo después de Pentecostés, haciendo así obligatoria una celebración de notabilísima tradición gala. La reforma litúrgica del Concilio de Trento la conservó con la categoría de una fiesta doble de segunda clase, como permaneció hasta 1911 cuando fue elevada como fiesta doble de primera clase por decisión del papa Pío X.

Curador

  • Jesús Joel Peña Espinosa

Composición de la exhibición

Galería de la exhibición

RESUMEN

No. de piezas expuestas

Pinturas

Libros impresos

Objetos

8

4

4

0

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