San Miguel invita a honrar a Dios, al significar su nombre la exclamación "¡Quién como Dios!". Para los hebreos es el protector de Israel y patrono de la sinagoga, pues cuidó al pueblo judío durante su marcha por el desierto. En el libro del Talmud se le compara con el sumo sacerdote y en la liturgia del Yom Kipur [Día del arrepentimiento sincero] el sermón concluye con las palabras: "Miguel, príncipe de misericordia, ora por Israel". En el islam Mījā'īl es mencionado en el Corán, siendo el encargado de la lluvia y del trueno. Aparece en segundo lugar después de Gabriel, ya que cuando Dios creó a Adán, envió primero a Gabriel y luego a Miguel, para llevarle la arcilla de la cual crearía al hombre. En la Iglesia Católica se le considera patrono y protector de la Iglesia Universal, desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio, su poderosa defensa se extiende hasta el Nuevo Testamento.