Pintura de retablo con altar
Autor desconocido
Siglo XVIII
Óleo sobre lienzo
El óleo sobre lienzo muestra como objeto central un retablo con su respectivo altar en un interior de iglesia. Evidentemente está ricamente decorado y detallado por lo que puede ser la representación de un retablo verdadero que posiblemente estuvo en el Convento de Santa Mónica. Lo anterior es una suposición pues existen otros elementos que no permiten hacer la afirmación de forma definitiva, nos referimos a la numeración que presenta el altar y que corresponde a la manera de cómo se pasa el incensario en la consagración del altar. Lo anterior nos lleva a una serie de preguntas sobre la función y la razón de ser de la pintura, puesto que por las características, podría tratarse de un modelo “ideal” de retablo para la orden.
Siguiendo la lectura que se hace de los retablos, tenemos un retablo de tres calles, con banco, predela, cuerpo y ático. En la calle central están Santa Mónica, San José y San Gabriel Arcángel. En el ático están Santa Ana, San Joaquín, y un par de arcángeles. Las pinturas de las calles exteriores encarnan monjas como Santa Rita o Santa Clara de Montefalco, mientras que en la calle central nos encontramos con la Coronación de la Virgen y a su lado, San Agustín y San Ambrosio.
Si bien esta breve descripción reitera la riqueza formal e iconográfica del retablo en la pintura, además existe la numeración que presenta el altar.
Existen libros litúrgicos donde se indica, la manera de la realización de distintas actividades para las ceremonias religiosas y ahí se incluye el uso del incienso o turíbulo. Los manuales son muy claros y precisos en el modo de incensar el altar, incluyendo terminología especializada y, algunas veces, esquematizaciones. Exponemos el siguiente extracto que nos sirve de referencia para comprender el rito y la numeración en la pintura:
Con respecto a las esquematizaciones del modo de incensar, encontramos una muy semejante a la que presenta la pintura y que se incluye en Oficio del Maestro de Ceremonias, su antigüedad, autoridad e instrucción que debe tener en la asistencia a la Misa Cantada, y otras funciones que se celebran en la Iglesia…
Lo anterior nos permite vislumbrar que la rigurosidad mostrada en los tratados ceremoniales era parte de la forma de vida religiosa, y para tener una idea de lo que esto representaba para las monjas, retomemos el título de un libro que nos dice todo: La Religiosa Instruida, con doctrina de la Sagrada Escritura, y Santos Padres de la Iglesia Catholica. Para todas las operaciones de su vida regular, desde que recibe el Habito Santo, hasta la hora de su muerte.
[…] Hecha la inclinacion dicha à la Cruz, despues de haverla incensado, incensará el lado de la Epistola, adonde están, ò deben estar los candeleros, con tres incensaciones iguales, desde la esquina del Tabernáculo del Santisimo Sacramento, hasta el fin del Altar: y aunque los candeleros sean mas, ò menos de tres, […] no por eso se han de hacer mas ni menos incensaciones.