Pasión de Cristo
El tiempo litúrgico pasionario es primordial para la revelación de Cristo como ofrenda de sacrificio al Padre por los pecados del mundo; sin cruz no hay resurrección y sin ella, no hay redención. El camino a la cruz y la consecuente muerte de Jesús son episodios que se encuentran en el inicio del cristianismo, estando íntimamente ligados a la religiosidad judía al reflejar la entrega de un cordero para la restitución del mal causado. Ello presenta un Dios enamorado, que entrega su vida por el objeto de su afecto, mismo que se replica en cada Eucaristía, entregando su cuerpo y su sangre por la salvación del ser humano.
A lo largo de la Edad Media se aislaron ciertas escenas de la Pasión para ser contempladas individualmente, de ellas surgieron imágenes devocionales como el Ecce Homo o el Nazareno, convirtiéndose posteriormente en advocaciones tan específicas como el Cristo del Cacao de la Catedral de México, que es un Ecce Homo sedente, o el Señor de las Maravillas de Puebla, que representa al Nazareno en una de sus caídas.
Una práctica piadosa que se implementó en la Nueva España con fines de evangelización, fue la escenificación de pasajes bíblicos, así como la remembranza del Vía Crucis. En Puebla se cuenta con un ejemplar edificado, que son las Capillas del Vía Crucis pertenecientes al Convento de San Francisco.
También tuvieron gran relevancia los momentos cuando las cofradías recorrían los espacios públicos en actitud devocional y de entrega, imitando el sufrimiento de Cristo. Algunas de las imágenes pasionarias y procesionales que llevaban consigo, inclusive contaron con piezas articuladas, mecanismos que permitían emular la caída, imprimiendo un fuerte dramatismo.
Determinadas imágenes pasionarias como el Nazareno del Hospital de Jesús María en la ciudad de México, así como el Nazareno de la parroquia de San José de Puebla y el mismo Señor de las Maravillas, han sido reconocidas por su carácter milagroso, por lo cual hasta la fecha siguen recibiendo gran devoción.
Para la espiritualidad de los siglos XVII y XVIII tuvieron gran importancia las imágenes dolorosas, que hacían referencia a los textos de la mística Sor María de Ágreda, a quien se revelaron con extremada crudeza y dolor los momentos clave de la pasión. Dentro del convento los acontecimientos al rededor de la Semana Santa eran decisivos para la búsqueda de una vida en perfección al ejemplo de Cristo. Esto se hace evidente en el grabado que abre la muestra, el cual hace referencia al texto del evangelio de Mateo: “El que quiera seguirme [...] Que tome su cruz y me siga”.
Curadora
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Claudia Marín Berttolini
Composición de la exhibición
Galería de la exhibición
RESUMEN
No. de piezas expuestas
Pinturas
Libros impresos
Objetos
8
4
4
0