top of page

El paisaje occidental en América

El Lenguaje del Paisaje Novohispano:

desierto, virtud y retiro

Pocos fueron los artistas novohispanos que usaron el paisaje de México como escenografía en las imágenes religiosas y seculares que diariamente se producían en la época virreinal. No es entonces sorprendente que pocos hayan sido los historiadores del arte que en sus estudios dedicaron más de una página, o a lo más un capítulo, al estudio de la pintura de paisaje novohispano. Ya que en México la pintura de “paisaje puro”, como se le ha llamado, fue un fenómeno que se desarrolló a finales del siglo XVIII, y a través del siglo XIX; limitados han sido los estudios que coloquen el paisaje virreinal como eje iconográfico de la pintura colonial. Las pinturas expuestas en esta sala revelan un interés artístico por este tema. En esta exhibición se busca resaltar el paisaje representado en la pintura novohispana, principalmente de los siglos XVII y XVIII, el cual se muestra para ese momento como una extensión de las escenas ilustradas en el primer plano de las telas. Es decir, el paisaje pintado que aparentemente funciona como simple decoración de los temas religiosos, constituye un lenguaje que enriquece la iconografía en los lienzos. La interacción de estos dos discursos pictóricos complejiza tanto el importe semántico, como los valores históricos de las imágenes. Este nuevo encuadramiento nos permite establecer a la pintura de paisaje como una importante rama de la historia del arte en México.

Los primeros ejemplos del uso del paisaje en la pintura en América, se encuentran en los monasterios franciscanos y dominicos del centro de México. Por ejemplo, el paisaje de los murales poblanos del siglo XVI obedece al lenguaje del quattrocento italiano. Es decir, las vistas son rocosas y su iluminación unificada no permite separar claramente la recesión espacial del fondo con los planos frontales de la imagen; las diferentes estaciones del año no se definen y la naturaleza es simplificada en vistas que contienen un par de ríos, árboles y montañas rocosas que oscurecen la locación geográfica de la escena representada. En Italia, estas características tenían un significado religioso. La simplificación de la naturaleza, combinada con una iluminación homogénea y unida a cielos desplegados, demuestran un balance entro lo divino y lo terrestre, entre el cielo y la tierra. Estos aspectos iconográficos enriquecían la espiritualidad de las figuras religiosas organizadas sobre el primer plano de la imagen. Mientras las pinturas murales en Puebla del siglo XVI muestran estas cualidades, el paisaje en la pintura de los dos siglos subsecuentes, así como los lienzos expuestos en esta sala, generalmente integran estas características formales e iconográficas con tendencias hacia un naturalismo flamenco y holandés.

Curador

  • Emmanuel Ortega Rodríguez

Composición de la exhibición

Galería de la exhibición

RESUMEN

No. de piezas expuestas

Pinturas

Libros impresos

Objetos

8

4

4

0

bottom of page