top of page

Dechados

En los ratos dedicados a las labores, las monjas hacían trabajos manuales que servían para ejercitarse en las virtudes de la perseverancia y la humildad, y para evitar el ocio. Con ganchillo tejían carpetas o mantillas, bordaban la ropa de los santos, hacían cajitas para curiosidades, cerraban flores de papel, agregaban aplicaciones a pinturas y esculturas para “hermosearlas” y confeccionaban animalitos de tela para los “nacimientos” decembrinos. En la cocina preparaban bizcochos, galletas, ates, mermeladas, jamoncillos, cocadas, rompope y guisados que deleitaban el paladar del obispo y de los otros prelados, así como de los vecinos que acudían a comprarlos.

Adquirir estos productos era bien visto por la sociedad novohispana, que lo consideraba una obra de caridad para ayudar a la manutención de los conventos. Entre el élite virreinal se acostumbraba obsequiar a las amistades “los dechados y las golosinas” elaborados por las monjas, que eran artículos de excelente calidad y sabor.

bottom of page